El territorio actúa como matriz para la sociedad y sus actividades, ya que en él se desarrollan las dinámicas socioeconómicas propias del sistema antrópico. A su vez, es soporte del sistema natural y sus propias dinámicas asociadas. Ambos sistemas deben cohabitar y se relacionan estrechamente a pesar de sus diferencias, y los conflictos existentes entre ellos.

En este sentido, y con el fin de conseguir una mejor cohesión entre ambos sistemas, minimizando los impactos generados por las dinámicas antrópicas, y favoreciendo la conservación y adecuado aprovechamiento del medio ambiente, se potencia la idea de la Infraestructura Verde. Esta es entendida como la red estratégica planificada de zonas naturales y seminaturales de alta calidad, diseñada y gestionada para proporcionar un amplio abanico de servicios ecosistémicos y proteger la biodiversidad tanto de los asentamientos rurales como urbanos. Esto conforma un sistema territorial básico a partir del cual planificar con nuevos enfoques más integrales el territorio.

Dentro de las múltiples funciones y objetivos vinculados a la Infraestructura Verde, nos centraremos en su capacidad de conectividad (sostenible) del territorio. De cara a la movilidad sostenible, la Infraestructura Verde debe asegurar el acceso de la población a un entorno natural que representa una fuente de calidad de vida, que debidamente gestionado representa nuevas oportunidades de desarrollo para las poblaciones locales que se localizan en el entorno de espacios singulares y representativos. En cuanto a la conectividad territorial, desde una perspectiva ecosistémica, la Infraestructura Verde representa la oportunidad idónea para combatir una fragmentación territorial creciente en el ámbito europeo, lo que ha dado lugar a espacios naturales cada vez de menor superficie y más separados espacialmente, amenazando con ello la supervivencia tanto de la biodiversidad que albergan como de los adecuados procesos ecosistémicos.

Es por ello que, con el fin de facilitar el establecimiento de una adecuada red estratégica que actúe como base para la planificación territorial, se defienda el potencial de las vías pecuarias como elementos lineales del territorio a incorporar en la planificación territorial a varias escalas.  

¿Por qué centrar la atención sobre las vías pecuarias? En primer lugar, al hablar de vías pecuarias nos referimos a las rutas o itinerarios por donde discurre o tradicionalmente ha tenido lugar la trashumancia (o recorrido de los animales durante la actividad ganadera), con un ancho variable en función de su tipología. Unos espacios que en relación directa con el descenso de relevancia y desarrollo de la ganadería se han visto abandonados y deteriorados, así como afectados por inadecuados desarrollos antrópicos que han dado lugar a intrusiones y pérdida de las delimitaciones de los mismos.

Así, en la actual situación en la que se encuentran estos elementos territoriales, encontramos que la normativa, tanto autonómica (Ley 3/2014, de 11 de julio, de la Generalitat, de Vías Pecuarias de la Comunitat Valenciana) como estatal sobre la que sustenta su contenido (Ley 3/1995, de 23 de marzo de Vías Pecuarias), se contempla la posibilidad de compatibilizar el uso tradicional con otras funciones de carácter recreativo, agrícola o medioambiental.

Por tanto, nos encontramos con los siguientes argumentos a favor de la contemplación de las vías pecuarias en los diferentes planeamientos para su inclusión como parte efectiva de la Infraestructura Verde:

  • Presentan un respaldo legal para su uso complementario entre actividades ganaderas y actividades complementarias. Espacios que por tanto, quedan recogidos por la normativa y cuya conservación y reutilización se adecua tanto a las necesidades como a las posibilidades.
  • Presenta versatilidad en cuanto a su potencial uso atendiendo a sus características. No solo como vectores de conexión entre espacios de singular valor, sino también potenciando la conectividad entre ámbitos urbanos (por los que en ocasiones trascurren estas vías pecuarias). Así, en el caso de vías pecuarias de mayor ancho asociado, que conecten espacios urbanos y no trascurran por espacios de gran valor, podrán acoger movilidad sostenible; realizando incluso adaptaciones que no condicionen la naturalidad del entorno y favorezcan su viabilidad para ser senda ciclable, por ejemplo, o dar lugar a un acceso sostenible y no motorizado a espacios naturales de gran valor.
  • Representan itinerarios visuales que dan acceso al paisaje y permiten su visualización, así como el acceso a elementos patrimoniales vinculados a la práctica agroforestal y ganadera clásica. Abrevaderos, fuentes y otros elementos otorgan no solo un valor ambiental a estos espacios, sino también un rol cultural, lo que abre la posibilidad de llevar a cabo rutas temáticas adaptadas a cada territorio y su patrimonio, fomentando nuevas oportunidades de desarrollo local a partir de recursos endógenos.
  • Creación de una matriz territorial de mayor carácter ambiental que favorezca la conservación de la biodiversidad; en la medida en la que las vías pecuarias pueden actuar como corredores biológicos que eviten los problemas de conservación vinculados a las metapoblaciones, efecto isla etc… al conectar adecuadamente hábitats; con la versatilidad, además, de poder adaptarse a diferentes necesidades y especies atendiendo nuevamente al ancho de las diferentes vías pecuarias.
  • Existencia de un Fondo Documental y un Inventario de las Vías Pecuarias tanto a escala nacional como regional. Esto permite conocer el punto de partida para una posterior toma de decisiones y adopción de las medidas adecuadas. Una información disponible y accesible en los siguientes enlaces: