La apuesta por una nueva cultura territorial como camino para alcanzar nuevas formas de relación entre la sociedad y el territorio en el que habita, reclama la implicación tanto de la ciudadanía como de las administraciones públicas, con el fin de hacer del consenso la herramienta fundamental para la toma de decisiones. Un consenso que en el caso del territorio, tiene una materialización en los diferentes instrumentos destinados a la planificación del territorio, que con diferente escala de actuación y función asociada, marcan la hoja de ruta que debe seguir la población local en su entorno inmediato. Así, es de esperar que los territorios y la población local vayan logrando una relación armónica para un adecuado aprovechamiento de los recursos para un nuevo estilo de desarrollo socioeconómico que evite los negativos impactos territoriales en ocasiones  irreversibles.

La necesidad de una coexistencia entre sociedad y territorio tiene un claro ejemplo en los espacios naturales protegidos, pues en ellos tiene lugar un claro debate entre la necesidad de conservación por sus valores y dinámicas naturales que reclaman una adecuada gestión que asegure su continuidad. Y sin que esto implique un detrimento o perjuicio para las oportunidades de la población local que siempre hizo un adecuado aprovechamiento de su patrimonio territorial.

Un ejemplo es el caso del Parque Natural del Río Turia, en las proximidades de la ciudad de Valencia e integrado en su área metropolitana, caracterizado por su carácter lineal (con una extensión próxima a 4.736 hectáreas y una longitud de 35 km), reciente implantación (declarado como tal por la Conselleria de Territorio y Vivienda mediante el Decreto 43/2007, de 13 de abril, del Consell, aprobándose a su vez, también por la Conselleria de Territorio y Vivienda mediante el Decreto 42/2007, de 13 de abril, su Plan de Ordenación de los Recursos Naturales).

Paisaje y fauna típica del PN del Túria. Fuente: Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural

La relación entre territorio y sociedades antrópicas adquiere particular relevancia en dos situaciones que se dan en este espacio protegido. Por una parte, su ubicación en la región mediterránea, caracterizada por la continua presencia antrópica que ha utilizado el territorio y sus recursos largo tiempo atrás (se han encontrado yacimientos paleolíticos previos a la Edad de Bronce en el Parque Natural como muestra de la constante presencia de seres humanos en esta zona). En segundo lugar, se trata de un espacio fluvial, espacios que han representado la base de múltiples sociedades antrópicas, las cuales en su interacción con el entorno inmediato lo modificaron y marcaron su evolución hasta su etapa actual. Por tanto, se trata de un espacio en el que no solo encontramos unos valores naturales dignos de protección, sino que existen unas dinámicas antrópicas que durante siglos han coexistido en armonía y que pueden seguir haciéndolo.

Elementos arqueológicos y antrópicos en uso. Fuente: Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural

Sin embargo, la presión ejercida por las dinámicas antrópicas sobre los espacios naturales pone en peligro la continuidad de y supervivencia de estos espacios. De forma particular aquellos ubicados en las grandes urbes. El desarrollo de viviendas residenciales en el interior del Parque Natural, actividades industriales en espacios colindantes, presencia de infraestructuras como estaciones eléctricas que resultan molestas en espacios urbanos y se ubican en estos espacios, y las diferentes vías de comunicación asfaltadas que permitan su conectividad, son algunas de las principales características de un Parque Natural que desde su declaración ha carecido de una adecuada gestión coordinada. Con ella se podrían llegar a una mejor integración de las dinámicas territoriales de la zona con las propias del espacio natural.

Actualmente, en el 10º aniversario de su declaración, el espacio continúa sin el desarrollo de un Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG). Cuenta únicamente con un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN), necesario como trámite administrativo para la declaración del espacio protegido pero que requiere de mayor desarrollo para llegar a convertirse en instrumento de utilidad. Y es que todas las actuaciones que se han llevado en el espacio presentan un claro enfoque micro; es decir, se trata de actuaciones de gestión y de ordenación de zonas muy puntuales, pero a la vez de un carácter poco específico y adaptado a los verdaderos problemas de un espacio cada vez más degradado conformes se va acercando a la ciudad de Valencia. No se trata tan solo de una responsabilidad administrativa, sino que también está compartida con una población local que no se encuentra suficientemente concienciada para realizar un uso más prudente y creativo.

Hay que volver a recuperar la idea de qué hacer con un espacio tan icónico como el Parque Natural del Turia que garantice su supervivencia. Es por ello que una nueva cultura territorial que aúne voluntad de la administración y consenso con los actores territoriales en la defensa mutua del interés general, de forma participativa y democrática, resulta especialmente beneficiosa para que podamos seguir disfrutando de este espacio en un nuevo ‘Parc del Túria per i des del poble’.